viernes, 26 de septiembre de 2008

QUEMA INDISCRIMINADA DE BOSQUES

INTRODUCCION: 
El proceso de desaparición de los bosques o masas forestales, fundamentalmente causada por la
actividad humana.Tala o quema de arboles, Está directamente causada por la acción del hombre sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas realizadas por la industria maderera, así como para la obtención de suelo 
para cultivos agrícolas.


Zonas del Mundo donde se produce principalmente
En los países menos desarrollados las masas boscosas se reducen año tras año, mientras que en los países industrializados se están recuperando debido a las presiones sociales, reconvirtiéndose los bosques en atractivos turísticos y lugares de esparcimiento. Mientras que la tala de árboles de la pluviselva tropical ha atraído más atención, los bosques secos tropicales se están perdiendo en una tasa substancialmente mayor, sobre todo como resultado de las técnicas utilizadas de tala y quema para ser reemplazadas por cultivos.

Cómo afecta al Planeta
... es que muchas se realizan en lugares que son fundamentales para el desarrollo de algunas especies en peligro de extinción, o únicas en ese dicho lugar y, muchas veces, los mismos bosques donde se tala son una importante fuente hídrica.
Otra consecuencia de la deforestación es la desaparición de sumideros de dióxido de carbono, reduciéndose la capacidad del medio de absorber las ingentes cantidades de este gas causante del efecto invernadero, y agravando el problema del calentamiento global.
Al producir la tala o la quema desaparece el efecto esponja que producen los mismos, los ríos van alterando sus regímenes y esto perjudica al hombre que los utiliza para riego, energía y abastecimiento de agua potable a las ciudades. Favorece el lavado de los suelos durante las precipitaciones, los sedimentos que arrastra van a parar a los ríos y acortan la vida de costosísimas obras; por ejemplo, cuando se depositan en los embalses hidroeléctricos. Además, rellenan los pantanos y los cauces de los ríos, lo que favorece su desborde ocasionando graves inundaciones.
Se modifica el clima del lugar; al resto de la selva o bosque le queda menor capacidad para retener la humedad, lo que provoca un clima menos húmedo que perjudica a los cultivos para los cuales fueron talados los arboles.
La quema de bosques por parte de los granjeros para despejar tierra supone el 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo.

Cómo afecta al Hombre
... es que muchas se realizan en lugares que son fundamentales para el desarrollo de algunas especies en peligro de extinción, o únicas en ese dicho lugar y, muchas veces, los mismos bosques donde se tala son una importante fuente hídrica.
Otra consecuencia de la deforestación es la desaparición de sumideros de dióxido de carbono, reduciéndose la capacidad del medio de absorber las ingentes cantidades de este gas causante del efecto invernadero, y agravando el problema del calentamiento global.
Al producir la tala o la quema desaparece el efecto esponja que producen los mismos, los ríos van alterando sus regímenes y esto perjudica al hombre que los utiliza para riego, energía y abastecimiento de agua potable a las ciudades. Favorece el lavado de los suelos durante las precipitaciones, los sedimentos que arrastra van a parar a los ríos y acortan la vida de costosísimas obras; por ejemplo, cuando se depositan en los embalses hidroeléctricos. Además, rellenan los pantanos y los cauces de los ríos, lo que favorece su desborde ocasionando graves inundaciones.
Se modifica el clima del lugar; al resto de la selva o bosque le queda menor capacidad para retener la humedad, lo que provoca un clima menos húmedo que perjudica a los cultivos para los cuales fueron talados los arboles.

Posibles soluciones
Como medida de contención, diversos organismos internacionales proponen la reforestación, medida parcialmente aceptada por los movimientos ecologistas, al entender éstos que en la repoblación debe considerarse no sólo la eliminación del dióxido de carbono sino, además, la biodiversidad de la zona a repoblar.
La reforestación aporta una serie de beneficios y servicios ambientales. Al restablecer o incrementar la cobertura arbórea, se aumenta la fertilidad del suelo, y se mejora su retención de humedad, estructura, y contenido de alimentos (reduciendo la lixiviación, proporcionando abono verde, y agregando nitrógeno, en el caso de que las especies utilizadas sean de este tipo). Si la falta de leña obliga a que el estiércol se utilice como combustible, en vez de abono para los campos agrícolas, la producción de leña ayudará, indirectamente, a mantener la fertilidad del suelo. La siembra de árboles estabiliza los suelos, reduciendo la erosión hídrica y eólica de las laderas, los campos agrícolas cercanos, y los suelos no consolidados, como las dunas de arena.
Al establecer la cobertura arbórea en los terrenos desnudos o deteriorados, se ayuda a reducir el flujo rápido de las aguas pluviales, regulando, de esta manera, el caudal de los ríos, y mejorando la calidad del agua, y reduciendo la entrada de sedimento a las aguas superficiales. Debajo de los árboles, las temperaturas más frescas y los ciclos húmedos y secos moderados constituyen un microclima favorable para los microorganismos y la fauna, y pueden ayudar a prevenir la lateralización del suelo. Las plantaciones tienen un efecto moderador sobre los vientos y ayudan a asentar el polvo y las otras partículas del aire. Al incorporar los árboles a los sistemas agrícolas, pueden mejorarse las cosechas, gracias a sus efectos positivos para la tierra y el clima. Finalmente, la cobertura vegetal que se establece mediante el desarrollo de las plantaciones en gran escala y la siembra de árboles, constituye un medio para la absorción de carbono, una respuesta a corto plazo al calentamiento mundial causado por la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera.
Durante el período hubo dos iniciativas legales en Chile con el fin de regular el sector forestal. Un Proyecto de Ley de Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal que ha seguido desde 1992 en trámite en el Congreso. La extensión de la Ley de Fomento a la Actividad Forestal, destinada principalmente a estimular el establecimiento de plantaciones forestales por parte de pequeños propietarios y/o en suelos degradados, fue aprobada en 1998 (Ley 19.561). El Reglamento del Sistema de Evaluación del Impacto Ambiental vinculado a la Ley de Bases de Medio Ambiente, fue promulgado en 1997.
Es notable el avance durante el período en los esfuerzos por aumentar la información acerca de los recursos forestales en los países del Cono Sur. Argentina avanzó en la preparación del pliego para la licitación del Inventario Forestal Nacional de Bosques Nativos, que constituirá el primero de su tipo en el país. Chile terminó el Proyecto de Catastro y Evaluación de los Recursos Vegetacionales Nativos del país. Según el catastro, hay más formaciones forestales de las que se estimaron anteriormente.
Recientemente, Chile ha modificado su exitosa ley de incentivos para el establecimiento de plantaciones, con el fin de incentivar a los pequeños propietarios con subsidios de 75 hasta 90% del costo de establecimiento y posterior manejo de las plantaciones forestales.
En Chile, las plantaciones forestales integradas principalmente por Pinus radiata (83,5%) y especies de eucalipto (10,9%), constituyen la base de la industria forestal y las exportaciones del sector. El balance corta-forestación es ampliamente positivo: la tasa de explotación anual de plantaciones oscila entre 25 y 30 mil hectáreas y la tasa de plantación forestal se ha mantenido sobre las l00 mil hectáreas durante los últimos cinco años y en las 70 mil hectáreas durante los últimos 20 años.

Estos Problemas en Chile
De los países del Cono Sur, en Chile toda explotación de los bosques nativos y plantaciones forestales requieren la aprobación de planes de manejo. Sin embargo, los bosques nativos están aportando minoritariamente a la producción forestal del país.

La desertificación en Chile
Catástrofe silenciosa

La pérdida de tierra fértil, hoy uno de los problemas medioambientales más graves, afecta a alrededor del 40 por ciento de la población mundial, pero lo más alarmante es que el fenómeno sigue creciendo. Chile no está al margen y se calcula que dos tercios de su territorio está en proceso de degradación.
El fenómeno, mundialmente conocido como desertificación, más que implicar un avance de los desiertos existentes se refiere a la destrucción de suelos fértiles por la acción humana. Este problema en la actualidad afecta en forma directa a cerca de un millón y medio de chilenos. Entre las principales causas destacan: la deforestación y los incendios forestales, malas prácticas agrícolas, ganaderas y de riego.
En Africa, Asia y América Latina alrededor del 70 por ciento de los suelos agrícolas están afectados por la desertificación. En este contexto, nuestro país, junto a otros 176 Estados, ratificó la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, en noviembre de 1997. Con este acuerdo las partes se comprometen a aplicar medidas conjuntas para combatir el flagelo. Estas políticas, o Programas de Acción Nacional contra la Desertificación, llevan a preguntarse si las acciones implementadas han sido efectivas para enfrentar el problema.
El avance de los desiertos se explica por la presión que ejercen ciertos métodos productivos sobre ecosistemas delicados, definidos por Naciones Unidas como zonas áridas, semi-áridas y sub-húmedas. En Chile se conjugan estos dos elementos: un país semi-árido con extendidas malas prácticas de producción agrícola, que vienen desde la Colonia. Para diversos especialistas el problema de la desertificación es un círculo vicioso entre el deterioro del medioambiente y las condiciones de vida de la población: la pérdida de fertilidad de los suelos se traduce en menores cosechas y producción ganadera, por tanto hay precarización de la vida campesina, con lo que se potencia la migración campo-ciudad, engrosándose las filas de trabajadores no calificados y los cordones de miseria en torno a las urbes.
Existen cuatro grandes causas de la desertificación: deforestación, sobrepastoreo, malas prácticas agrícolas y malas técnicas de riego. La tala o quema de bos-ques hace que la tierra pierda una importante protección frente a la erosión, ya que los árboles fijan y humedecen los suelos, así como canalizan las aguas. El exceso de ganado destruye la vegetación que protege los suelos, exponiéndolos a los efectos erosivos del viento y el agua. Asimismo, la sobreexplotación agrícola termina agotando los nutrientes del sue-lo y, finalmente, un riego inadecuado, mu-chas veces excesivo, se traduce en sa-li-nización de la tierra.
El mundo ya encendió la alarma frente a este fenómeno, ya que casi un 30 por ciento de los suelos del planeta tienen problemas graves de erosión y alrededor de mil millones de personas, particularmente en las zonas rurales de los países pobres, están en riesgo vital por las hambrunas y epidemias que trae consigo la desertificación. El problema es de tal magnitud, que el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) calificó a la desertificación como “uno de los más graves problemas ambientales globales”. Y el problema sigue crecien-do: las zonas en riesgo de desertificación al-bergan cerca del 40 por ciento de la población mundial.
UN PROBLEMA CON RAICES PROFUNDAS
Según un estudio de la Universidad de Chile, a fines de la década del 70 el territorio es vulnerable a la erosión y desertificación en un 63 por ciento. Una investigación más reciente, realizada por la Conaf, señala que de 208 comunas estudiadas en-tre la III y la VIII regiones, además de la XII, 90 por ciento tiene suelos con algún grado de desertificación, lo que afecta al 13 por ciento de la población del país. Para encontrar las claves de la situación actual, hay que recorrer un par de siglos de historia.
Hoy resulta difícil imaginar que la IV Región tuvo alrededor de dos tercios de su territorio cubierto por vegetación, que tuvo, incluso, un gran bosque, conocido como Fray Jorge; más difícil aún resulta creer que en el Norte Grande hubo bosques de especies nativas como algarrobo, tamarugo o guayacán. Pero lo peor es que las grandes extensiones desérticas que abarcan buena parte del país se crearon en gran medida por acción del hombre.
De norte a sur, los árboles nativos entre la I y la III regiones fueron tragados por las calderas de las fundiciones mineras o sirvieron para la construcción de ciudades. En el Norte Chico, la sobreexplotación agrícola y ganadera, en particular la de ganado caprino, especialmente perjudicial para los suelos, terminaron destruyendo la vegetación. Ilustrativo es que hasta hace unos 50 años, en la IV Región se podía introducir ganado mayor, dada la cantidad de vergeles que había en la zona, mientras que hoy apenas pueden mantenerse pequeños rebaños de ganado menor.
La zona central del país, de la IV a la IX regiones, vivió un proceso similar. Estos territorios, desde hace unos 150 años, sufrieron una intensiva explotación de trigo; de hecho nuestro país fue considerado el “granero del mundo”, en el período de la “fiebre del oro” de California. Pero la sobreexplotación de los suelos terminó deteriorándolos fuertemente. Durante el apogeo de la producción triguera en nuestro país, se llegó a producir 120 quintales promedio por hectárea, hoy tenemos una media de tres quintales, casi una producción de subsistencia.
En el sur la situación resultó más dra-mática que en el resto del país. Con los colonos -chilenos, yugoslavos y alemanes- llegaron las quemas de bosques. Había que ganarle territorio a las selvas para la ganadería que requería extensas zonas de pastoreo. Durante décadas se promovió la quema masiva de bosque nativo. Como elocuente y dramático testigo de estos tiempos aún quedan en la región de Aysén un millón y medio de hectáreas de bosques quemados: miles y miles de troncos carbonizados empinados como estacas hacia el cielo.
Hoy hay una conciencia más clara de las autoridades sobre el problema y se están desarrollando iniciativas en el marco del Programa de Acción Nacional contra la Desertificación suscrito por el Estado. Conaf, Indap y el SAG son los brazos operativos de la lucha contra la desertificación. Hasta la fecha se calcula la recuperación de unos tres millones de hectáreas, a un ritmo de 150 mil hectáreas por año. Sin duda son iniciativas importantes, pero insuficientes incluso para los propios protagonistas de este combate. Mal que mal, no sólo hay que luchar contra las causas actuales de la desertificación, sino también contra siglos de una depredación indiscriminada de nuestros recursos naturales
http://www.puntofinal.cl/636/catastrofe.htm

En Chile también existe pérdida de bosques nativos. De hecho, se estima que nuestro país poseía 25 millones de hectáreas de bosques a la llegada de los españoles; es decir, un 45 por ciento del territorio estaba cubierto por bosque nativo. En la década de los cuarenta se hizo una estimación de 16 millones de hectáreas, y actualmente la cifra solo alcanza a poco más de 13 millones.

http://es.wikipedia.org/wiki/Deforestaci%C3%B3n
En relación a los últimos incendios forestales de gran magnitud que se han desarrollado en las ultimas semanas y que todavía permanecen activos en el sur del país, la Coordinadora Mapuche de Comunidades en Conflicto Arauco –Malleco señala a la opinión publica nacional e internacional lo siguiente:

A) Esta grave catástrofe ambiental que ha afectado principalmente al bosque nativo y que a la fecha a consumido alrededor de 20.000 hectáreas de este tipo de bosques TIENE SU ORIGEN EN LA PROVOCACIÓN Y QUEMA INTENCIONAL DE ESTOS, POR PARTE DE SECTORES Y ORGANISMOS VINCULADOS A LAS GRANDES EMPRESAS FORESTALES.

Sustentamos esta denuncia en los siguientes hechos:

A-1) Las empresas forestales se encuentran desde hace varios años embarcados en una política de expansión de sus inversiones. De las actuales 2.5 millones de hectáreas que poseen piensan proyectar una inversión de 6 millones de hectáreas en los próximos años para lo cual se requieren de espacios territoriales aptos o habitables para lograr esos objetivos .

La implementación de una estrategia criminal de esta magnitud solo puede explicarse si se tiene en cuenta la esencia y funcionamiento del sistema capitalista y su lógica de acumulación y crecimiento para el cual la tierra y los bosques no son más que capital fijo de producción, por lo que los capitalistas nunca han escatimado esfuerzos en la apropiación indiscriminada de los diversos recursos naturales, situación que ha traído consigo la depredación y daños irreparables del medio ambiente.

Este ha sido la constante histórica en la que nos hemos visto enfrentados desde el momento mismo de la invasión.

A-2) Para concretar esta estrategia por parte de los consorcios forestales visualizamos su desarrollo en torno a cuatro grandes fases:

Fase a) Despejar los terrenos y hacerlos aptos o habitables para la futura forestación con especies exóticas (Pino y Eucaliptos). Este objetivo se logra sobrepasando de hecho (incendios) el marco legal e institucional que supuestamente protege en Chile al bosque nativo y en particular la especie Araucaria.

Recordamos a la opinión publica que hace quince años atrás cuando se planteó la posibilidad de construir centrales hidroeléctricas en territorio pehuenche se argumentó la inviabilidad de estos proyectos ya que existían leyes medioambientales que lo prohibían y que la ley indígena protegería a las comunidades mapuches del sector por lo que estas centrales no se podrían construir. Hoy en día ya se construyó la central Pangue, por la vía de los hechos se está construyendo la central Ralco y ya se ha anunciado la futura construcción en esa zona de 5 nuevas centrales .

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